Este mes mi compañero está trabajando afuera. Su trabajo es parte de su ser. Él ama lo que hace.
Creo que una gran parte del amor hacia alguien es el respeto hacia lo amado. En este caso, mi respeto hacia él es darle la libertad que necesita y acompañarlo para dejarlo disfrutar de lo que también ama, que es su profesión.
Esta libertad lo lleva a estar todo este mes fuera de casa, lejos del cachorro y de mí. Sé que nos extraña tanto como nosotros a él. Hace lo imposible por llamarnos, sé que se trepa a la punta de un cerro para conseguir señal cada día y hablarnos un ratito. Intercambia las baterías de su celular con aquellos que duermen fuera del campamento para tener carga y poder comunicarse con nosotros. El cachorro lo escucha por el celular y se sonríe. No se si entiende por que de ese aparato sale la voz que lo ama. No se si comprende que es su papá el que en ese mismo momento está a muchos kilómetros, en medio de la estepa, comunicandose para decirnos que está bien y que quiere vernos pronto.
Yo lo escucho y lo amo. Su llamado me alegra y lo extraño. Y también me da pena que justo en estos días el cachorro este mostrando tantas cosas nuevas. Me consuelo pensando que las está practicando y que cuando mi compañero las vea estarán mas pulidas y bellas. Mas entrenadas. Y que habrá otras tantísimas cosas que estrenará para su papá en el futuro.
Además, este tiempo en el que él no está yo estoy sola en casa con todo lo que eso implica y cuidando al cachorro al 100%. Por ejemplo, estoy aprendiendo a limpiar la casa mientras hago monerías y lo entretengo. Con toda la cautela que me fue posible me las ingenié para limpiar el baño mientras mi cachorro se bañaba. Riego mis plantas y alimento a mis perros dejando que el cachorro disfrute y se amigue con estas cuestiones mas naturales (así lo agarré jugando con la tierra de una maceta). Pero tengo que comer sola. No tengo tiempo de hacer alguna otra cosa para mí. Me hace falta la presencia. Y al darme cuenta de esto me salta todo el cansancio. Me cansa acunarlo y dormirlo, cocinarme, poner a lavar la ropa. Me falta mi par. Eso siento.
Por suerte parte de mi red se activó. No es buena fecha para andar necesitando la red. Las vacaciones juegan en contra de la presencia. Ofrezco tardes de juego, de pileta en la terraza y tererés, de mimos y sonrisas del cachorro, pero pocos reaccionan. La verdad es que algo de ayuda no me viene nada mal, aunque más no sea para despejarme una hora. Me pone triste ver cómo el no asomar la nariz aleja a la gente. Ni un llamado... ¡Hola! estoy sola con un cachorro y toda la casa... help!! Igual nada, los que no aparecen no son parte de la red. Quienes forman parte se muestran y pasan 15 minutos. Lo bueno es que la parte de la red activa generó la buenísima onda de que mi amiga N se quede acá estos días. Viene y se queda a dormir, charlamos un rato, juega con el cachorro el rato que puede, me acompaña. Así, en definitiva veo que la soledad que siento es la falta de compañía. La liberación de la demanda constante que implica criar. Y vuelvo al principio. No me quejo, es parte del trato con mi compañero. Necesitamos estos ratos de extrañarnos por estar haciendo lo que hacemos en nuestras profesiones. Es dejarlo ser y darle la libertad que necesita, es amarlo.
Estos tiempos personales me parecen sanos y deben ser disfrutados. Quizás sea también un poco eso lo que me falte estos días. Cuando los besos por celular se hagan de piel y labio yo voy a querer un ratito más para mí.
Hermoso relato Ceci! que pasen un buen tiempo y se sientan lo más acompañados posibles!! que estén muy bien!
ResponderEliminarun abrazo
Natalia
Gracias Natalia!
Eliminartodavia lo estamos transitando. Mi compañero llega pronto. Por suerte estan del otro lado, por suerte hay seres que se acercan, por suerte tuvimos la suerte de ir a visitarlo hace unos dias.
un beso
Que desafio... La soledad pesa tanto! Pero creo q es una gran muestra de amor el dejarlo realizarse en lo que le gusta... te felicito!
ResponderEliminarhola Bren.
EliminarSi, la soledad pesa. Más cuando se tiene a un pequeño ser que depende de una, y una tiene que lidiar con todo lo habitual.
Nos hizo muy bien poder ir a visitarlo, estuvimos los tres muy felices esos dias.
Es dificil dar libertad al amor, pero se que quiero lo mismo para mi.
un beso
Qué difícil... tus palabras hablan de amor y respeto, y de compañerismo... te falta tu par, tu compañero, tu cómplice. Es muy difícil estar sola, pero lo bueno es que es sólo un tiempito, y que tendrán mucho para compartir cuando regrese!
ResponderEliminarMientras tanto, acá estamos !!! La tribu sostiene
Besosssss
Tenes razón en que es difícil Meli, cuesta mucho, es como estar desbalanceado.
EliminarEn breve se termina el mes, y ya vuelve y estarmos otra vez compartiendo todo.
Que esten del otro lado es grandioso, ayuda, alivia... aguante la tribu!!!!!!!
besos